El potencial de la biotecnología para resolver los nuevos retos de la agricultura. Podríamos dividir las diferentes fases. Una es la productividad, la otra es la inocuidad y la tercera sería la calidad de la producción. Empecemos en la parte de la inocuidad. Hay que decir que el consumidor cada día está demandando más y mejores productos, y que sean consistentes en calidad a lo largo del año. Estamos acostumbrados a tener productos que, hace algunos años, no podíamos conseguir fuera de ciertas estaciones del año. Entonces, es importante que los productos no solamente sean de calidad, sino que puedan ser trasladados desde su centro de producción, a veces situados a miles de kilómetros del consumidor final, con una calidad constante. Pero, sobre todo, el consumidor está demandando cada vez más productos inocuos. Y hago énfasis en este punto, dado que una de las grandes aportaciones tecnológicas en la producción agrícola había sido la síntesis química. Los productos de síntesis química que fueron utilizados de manera masiva durante muchas décadas y que permitieron incrementar sustantivamente la productividad de los cultivos durante muchos años. Esto permitió un incremento en la población, pero también hay que decir que se vivió, con el tiempo, que cada vez estos productos han sido menos eficaces para el control de plagas y enfermedades en la agricultura. Y no solamente son ineficaces, sino que, a su vez también son tóxicos para el consumidor. Esto, ¿qué trae como consecuencia? Que los consumidores están buscando alternativas de producción y, por lo tanto, la parte de producción orgánica es uno de los factores fundamentales del desarrollo sostenible de la agricultura. Este desarrollo sostenible quiere decir que, como les dije, tenemos que producir más para una población creciente pero con una calidad y una inocuidad controladas. Otra de las posibilidades para la producción de alimentos a gran escala, con calidad e inocuidad suficientes para sostener la alimentación del mundo, es el uso de control biológico de plagas y enfermedades. Este control biológico hace uso de organismos antagonistas de las plagas o enfermedades que permiten disminuir su impacto económico, es decir, las pérdidas ocasionadas por estas plagas y enfermedades. Control biológico es como usar gatos para controlar ratones. Siempre en la cadena de la vida tenemos depredadores y presas. Entonces, lo que buscamos es el depredador de la plaga o enfermedad que ataca la planta, lo producimos a gran escala, lo liberamos en el campo y, de esta forma, podemos disminuir el uso extensivo de agroquímicos que además de, a la larga, generar patógenos que son resistentes, por lo cual ya no son efectivos, también son tóxicos para el consumo. Esta gran tecnología y esta gran avenida tiene que ser impulsada desde el punto de vista de la agricultura orgánica, que es una de las grandes vías de desarrollo económico, pues los consumidores cada vez están demandando más y más alimentos con esta calidad. Sin embargo, a diferencia del control químico, este tipo de productos necesita ser utilizados de manera preventiva. Es por eso que, muchas veces, el agricultor es reticente a usar estos productos porque, generalmente, así como nosotros, cuando nos enfermarnos, hasta que nos sentimos realmente mal no vamos al doctor, el agricultor quiere utilizar solamente los productos que son necesarios cuando la enfermedad ya se dio en el campo. El control biológico, a su vez, y por el contrario, es un control de tipo preventivo que, además, es sano para el medio ambiente, el consumo y la alimentación humana. Finalmente, podemos hablar también del desarrollo tecnológico para la alta productividad de cultivos. En conjunción con ingenieros, los agrónomos, biotecnólogos, fitopatólogos e ingenieros agrónomos, están desarrollando sistemas de alta producción de alimentos en invernaderos con controles sofisticados de las condiciones ambientales, que permitan maximizar el crecimiento de la planta en un ambiente prácticamente libre de plagas. Esta es la agricultura del tercer milenio, podríamos decir, en donde podemos tener sistemas prácticamente controlados con normas casi grado farmacéutico, en donde podemos producir una gran cantidad de hortalizas y de frutas, siempre y cuando podamos desarrollar esta tecnología. Una de las cosas que ha sido ya una verdad es, por ejemplo, la producción de lechugas en invernaderos verticales. Estamos acostumbrados a tener en un solo plano una superficie de producción y, actualmente, se están desarrollando sistemas de producción en tres dimensiones, o sea: ancho, profundidad y altura. Por lo tanto, en una pequeña superficie, se es capaz de producir grandes cantidades de alimentos en condiciones inocuas y con calidad orgánica. Esta es una de las grandes aportaciones de la tecnología de este siglo a la agricultura. No todos los alimentos pueden ser producidos en invernadero. Estamos hablando del desarrollo de la tecnología informática, de análisis de imágenes y de drones para hacer monitoreos de los campos de cultivo y poder tomar decisiones en base a los datos climatológicos y los antecedentes previos del cultivo. Es decir, si alguna parcela, algún huerto en particular, ha tenido problemas de enfermedades previas y el sistema, a través de los drones y de estaciones climatológicas, detecta que las condiciones del medio ambiente se están dando para que esta plaga o enfermedad se genere, entonces tomar una decisión preventiva para eliminar o disminuir los riesgos de que esta enfermedad aparezca. Esto tendrá que ser sujeto de un gran desarrollo y de gran investigación a nivel básico para poder implementarse, porque, además, son tecnologías que no necesariamente se pueden aplicar en todos los ecosistemas y en todos los cultivos. Con cada una de estas tecnologías se pretende lograr condiciones que mejoren la calidad de la alimentación y la disponibilidad de esos alimentos. Otro de los grandes retos son los derivados del cambio climático que actualmente estamos sufriendo. Como ustedes se darán cuenta, últimamente hemos tenido un incremento en la frecuencia y en la intensidad de las lluvias en América del Norte y en el Caribe. Esto implica un gran reto para los agricultores, puesto que tienen que modificar sus prácticas de agricultura, pero también, tal vez, tienen que pensar en la modificación de uso y rotación de variedades de cultivo que permitan ser productivos bajo estas nuevas condiciones. Es decir, que no solamente los agricultores deben pensar en otros mercados o en otros cultivos, sino que también la biotecnología y la tecnología en general, deben proveer variedades que permitan generar una productividad adecuada en estas nuevas situaciones, por ejemplo, de sequía extrema o de agua en abundancia. Esto parece contradictorio, pero este cambio climático está generando grandes extremos en la disponibilidad de agua, en donde en algunas regiones está disminuyendo y en otras se está incrementando de manera sensible. El poder generar respuestas a estas nuevas condiciones que la actividad humana ha acelerado, permitirá y deberá ser tema de la nueva formación de los ingenieros agrónomos o biotecnólogos agrícolas, en donde van colaborar con una serie de disciplinas como la Física, Ingeniería, Agronomía, Fitopatología, Ingeniería de Procesos, en donde el trabajo multidisciplinario permitirá abordar estos retos y los nuevos retos que se estén presentando derivados de estas nuevas condiciones climatológicas que estamos viviendo. Muchas gracias.