El artículo de opinión es, posiblemente, el género más antiguo del periodismo, porque la noticia, la nota informativa, no podía existir sin una cierta premura, sin una cierta puntualidad y, antaño, no había puntualidad posible por las distancias, por las comunicaciones, etcétera. Entonces, vemos en el surgimiento mismo del periodismo, el artículo de opinión mezclado con aspectos informativos, pero que tiene ya un diagnóstico personal, de autor, de la realidad que está refiriendo. Pienso en informadores como Homero y los rapsodas que llevaban noticias, eran noticias muy viejas porque pasaba mucho tiempo de una ciudad a otra, y daban siempre un punto de vista personal. Es decir, Homero le tenía favoritismo a los aqueos en la Ilíada, claramente, estaba a favor de los aqueos. Pienso después en otras formas en las que se ha ido cocinando el periodismo, los diarios de viajes, Cristóbal Colón, notablemente. Cosas que aspiran a ser meramente informativas, las cartas de relación de Hernán Cortés, hay un punto de vista ahí metido, interconstruido, y esto viene hasta nuestros días. Se hace una referencia a la realidad con una interpretación, con un análisis y una reflexión muy personal, que generalmente es una reflexión que toma partido. En general, el periodismo es un oficio en el que tomar partido es inevitable. Quien diga que existe el periodismo objetivo, miente. Un artículo de opinión requiere, en primer lugar, información. En segundo lugar, requiere rigor, rigor argumentativo y, en tercer lugar requiere brevedad porque no estamos haciendo ni una tesis doctoral ni un volumen, sino que estamos tratando de hacer un resumen, muy, muy, muy puntual de un acontecimiento o, incluso, vamos a eludir el resumen, solo vamos a hacer una referencia para poder usar el espacio en el desarrollo de una opinión fundamentada. Se requiere información, en primer lugar, para no decir mentiras, para mantenerse fieles a lo que sabemos de la realidad, esto es fundamental. Un artículo de opinión que dice mentiras no es un artículo de opinión, es un libelo, es otra cosa. Pero, ¿cómo distinguimos entre el no decir mentiras y el tomar posición? Esto es un conflicto interesante siempre, porque se nos dice, "la verdad solo puede ser una y tiene necesariamente una interpretación". Esto no es cierto, la verdad tiene una infinidad de interpretaciones, y ahí reside el jugo del artículo periodístico, que puede estarse refiriendo a un mismo hecho desde ángulos muy distintos. ¿Cómo resolver y cómo salir avante de este conflicto? Con rigor, es decir, respetando los hechos. Aquí hay un problema de principio de incertidumbre porque alguien dirá, "no sabemos, no podemos saber cuáles son los hechos". El método científico nos permite acercarnos, pero no aprehender el hecho. No, lo que nosotros tenemos de información, eso tenemos que respetar, lo que tenemos a la mano como datos duros, como asuntos que han ocurrido, eso tenemos que respetar. Y sobre esa información, tenemos que construir un hilo argumentativo en el que no encurramos en los vicios de la lógica formal. Tenemos que estar apegados a los principios de la lógica formal y no hacernos trampa ni hacerle trampa a los lectores, que sería algo muy grave y que invalidaría el artículo de opinión de manera irremediable. Un error muy frecuente al principio de la vida de un articulista es recibir una idea, que en realidad no es una idea sino una frase, que parece brillante, y a partir de esa frase pretender desarrollar un artículo de opinión. Esta es una mala idea porque una frase en sí es algo hueco, que no necesariamente nos permite analizar en profundidad un hecho, defender una postura, etcétera. De modo que hay que informarse y, cuando uno cree que ya está informado, hay que informarse más, y la información va a ir diciendo de acuerdo con los procedimientos, con el método que se haya desarrollado, qué nos está diciendo toda esta información. Porque, desde luego, la nota en bruto no basta para entender la realidad. El articulista, la articulista, la columnista, el columnista, el editorialista son factores que el lector requiere para entender la realidad. Si bastara con leer notas en bruto, los lectores podrían estar antaño suscritos a una agencia de noticias, hoy en día leyendo Twitter o leyendo los medios en línea, y con eso estarían informados. Y esto no es cierto, se requiere el análisis, y ese análisis requiere de un rigor, y ese rigor requiere de controlar un panorama informativo importante pluridimensional sobre un asunto, hay que saber cuál es la versión de un lado, cuál es la versión del otro, tomar partido. Sin ideología no hay artículo, sin ideología, que mucho me apuren, no hay periodismo. El artículo de opinión no tiene una estructura definida, puede tener miles de estructuras. Resulta que en este género se cruza la literatura y, si no es la literatura, por lo menos el buen escribir, con el periodismo. Y esto nos abre posibilidades infinitas de manera textual, de tratamiento de un asunto. Es decir, puede empezarse con una cita, puede empezarse con un exhorto, puede empezarse con un pequeño resumen. Lo clásico, digamos, sería dar un pequeño resumen, un gancho, un anzuelo a la información para, de ahí, derivar una exposición que puede tener el método clásico, dialéctico, tesis, antítesis, síntesis, que puede tener como un desarrollo lineal de argumentos, puede ser, y para llegar a una conclusión, puede tener muchas formas. Pero, un buen artículo de opinión también puede adquirir la forma de una epístola, de una carta a un protagonista de la política, de las ciencias, de las artes, de la economía, de lo que sea, o a un personaje del pasado. Un buen artículo de opinión puede tomar la forma de un exhorto, puede tomar la forma de una imprecación. En fin, hay todas las maneras posibles y no hay límite salvo, decía yo, el rigor y la brevedad a la que obliga el género. Pero creo que esto nos lleva a un punto importante, que es la cultura histórica y literaria, como una plataforma indispensable para hacer un buen artículo. Clásico quiere decir digno de ser imitado. Hay que leer a los clásicos y hay que imitarlos. Y en un entorno democrático es inevitable que el sujeto político, es decir, el ciudadano, el sujeto político primordial, esté bombardeado por visiones del mundo contrapuestas, lo cual le va a generar una incertidumbre, le va a generar una incomodidad, le puede generar incluso una angustia. Y esta incomodidad y esta angustia son necesarias para acicatear al sujeto político para llevarlo a comprometerse, a involucrarse, a vincularse con lo que está ocurriendo y a informarse y a contrastar visiones, a contrastar posiciones, etcétera. Un buen artículo es un artículo que suscita la identificación de ciudadanos lectores con el texto y con la tesis, la propuesta, que se desarrolla en ese texto.